El autofortalecimiento del territorio de vida Kawawana
La evolución de esta guía comenzó hace más de una década, cuando los guardianes del territorio de vida Kawawana en Senegal enfrentaban amenazas significativas contra su territorio y sus medios de vida comunitarios. Para encarar estas amenazas, entendieron que su “territorio de vida» era crucial y que debían restaurarlo. Para eso, también debían ser más reconocidas y respetadas sus normas tradicionales para el acceso a los recursos naturales y su uso, integradas con nuevos entendimientos y herramientas. ¡Esto es exactamente lo que lograron! ¿Cómo lo hicieron? Se comprometieron en un proceso de reflexión, discusión y acción: un “proceso de autofortalecimiento”.
Los guardianes del territorio de vida Kawawana comenzaron su proceso de autofortalecimiento a fines de 2008. Su historia ilustra el poder de este tipo de procesos y es también un ejemplo de cómo se puede realizar.
El proceso de autofortalecimiento comenzó a fines de 2008, cuando el término Kawawana aún no existía y el territorio del estuario local estaba en muy malas condiciones. En una primera reunión, líderes del municipio rural de Mangagoulack, representantes de la organización local de pescadores y visitantes del Consorcio TICCA discutieron las difíciles circunstancias y coincidieron en que su territorio necesitaba ser restaurado para que la comunidad volviera a tener medios de vida dignos. A su parecer, esto podría realizarse solo si la comunidad era capaz de restablecer sus normas tradicionales para el acceso y el uso de los recursos naturales, que estaban siendo saqueados a la vista de todos por cualquier persona que pudiera pescar, cortar o recolectar en su territorio. Las normas tradicionales pondrían fin a esta situación. Sin embargo, para lograrlo, era necesario el apoyo y respaldo del gobierno… Era sabido que un líder de una comunidad vecina había sido encarcelado por intentar aplicar las normas locales de pesca de forma unilateral. Debido a esto, estaban asustados y no veían la manera de salir del dilema.
Con un fuerte mandato de todos los participantes de la reunión inicial, los visitantes del Consorcio TICCA pudieron conseguir recursos rápidamente para apoyar el proceso de autofortalecimiento. A principios del año 2009, iniciaron tres semanas de reuniones intensivas entre 150 representantes de las ocho aldeas que componen la comunidad. Estas reuniones se desarrollaron como discusiones de base comunitarias relativamente informales pero muy centradas. En ellas, las personas examinaron su situación, visualizaron lo que querían lograr y planearon cómo llevarlo a cabo. El proceso contó con el apoyo de un equipo compuesto por tres asesores externos: un biólogo especializado en pesca, un agroeconomista y un experto en gobernanza y facilitador para el proceso general.
En el comienzo, un grupo de más de veinte pescadores experimentados y respetados de las ocho aldeas se reunieron para analizar la situación actual e histórica de las pesqueras locales e identificaron y describieron las tendencias en la diversidad y el tamaño de su pesca. Luego, se les unió un grupo más grande de representantes y escucharon a los pescadores. Juntos rememoraron la historia de su comunidad, las profundas y múltiples conexiones culturales y espirituales que tienen con su territorio (la cultura Djola es tan compleja y rica como uno pueda imaginarse) y su actual situación ecológica y socioeconómica compartida. A continuación, el grupo más grande fue asistido para que identificaran el futuro que desean o qué es lo que querían decir cuando manifestaban que deseaban una “buena vida” (Bourong Badiaké). Resultó que lo que todos querían era paz, solidaridad comunitaria, prosperidad, una mejor alimentación para todos, detener el éxodo urbano y un entorno local saludable y productivo. Para todo esto, reconocieron que su territorio de vida, al que llamaron Kawawana o “nuestro patrimonio natural colectivo que debe ser conservado por todos nosotros”, era esencial. A través de discusiones y análisis más profundos, todos estuvieron de acuerdo en que necesitaban restaurar su Kawawana por la vía del reconocimiento y respeto de sus normas tradicionales (integradas con herramientas modernas para el monitoreo biológico). En definitiva, estaban convencidos de que este factor en particular era el más importante para obtener todos los resultados para una buena vida como la que deseaban. Tomar conciencia de esto fue un momento muy poderoso para todas las personas involucradas.
Para todo esto, reconocieron que su territorio de vida, al que llamaron Kawawana o “nuestro patrimonio natural colectivo que debe ser conservado por todos nosotros”, era esencial.
Mientras estas discusiones se llevaban a cabo, el grupo inicial de pescadores también estabarecibiendo capacitaciones sobre monitoreo biológico y otro grupo, llamado Kaninguloor, fue creado para discutir qué indicadores revelarían el cambio deseado hacia la “buena vida” (Bourong Badiaké) y cómo estos podían ser evaluados. Dos equipos especializados (un grupo de monitoreo pesquero y el grupo Kaninguloor) acordaron seguir midiendo y evaluando la serie de indicadores escogidos y, así, comprobar si lograrían el cambio deseado o esperado; siempre y cuando se restablecieran sus normas tradicionales.
Después, los representantes planearon juntos lo que debían hacer. Fundamentalmente, necesitaban contar con reconocimiento formal y respeto por sus saberes y sus normas locales sobre el acceso y el uso de los recursos naturales. Para ello, decidieron establecer Kawawana como su “área de conservación comunitaria” y esforzarse para que fuera formalmente reconocida. La información que entregó el Consorcio TICCA había creado conciencia en la comunidad sobre algunos fundamentos jurídicos y políticas nacionales e internacionales gracias a las cuales su área conservada podría ser reconocida. Estas incluían la Ley de Descentralización de Senegal y el estatus del país como Parte en el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), que recomienda apoyar la conservación comunitaria. Esta información fue crucial y empoderó a la comunidad con la confianza que necesitaba para actuar. Los 150 representantes aprovecharon su tiempo juntos para desarrollar y acordar un plan de gestión para su área de conservación comunitaria (incluidas diferentes zonas, normas, señaléticas, vigilancia y sanciones para las infracciones), una estructura de gobernanza (con diversas funciones para diferentes instituciones), un sistema de monitoreo de los resultados de la gobernanza y la gestión, un plan de comunicación e iniciativas complementarias para mejorar los medios de vida, apoyar las actividades de las mujeres, identificar aliados y socios en varios niveles y buscar el reconocimiento formal del área de conservación comunitaria.
En los dieciocho meses siguientes, todo lo que había sido planeado se llevó a cabo. El factor crucial fue el trabajo incansable de algunos líderes que actuaron como diplomáticos de la comunidad, con inteligencia y determinación y respaldados por un fuerte apoyo comunitario. Después del reconocimiento formal por parte del municipio rural de Mangagoulack en 2009, continuó durante meses el trabajo de incidencia e intercambio de información llevado adelante con paciencia con los departamentos de pesca y silvicultura y muchos otros. Finalmente, en marzo y junio de 2010, Kawawana obtuvo certificados de reconocimiento formal por parte del Consejo Regional y del gobernador de la región de Casamanza. ¡Este era el reconocimiento más completo y formal que podrían haber deseado! La comunidad se tomó en serio la celebración de este resultado, empezando por las mujeres mayores más sabias que colocaron “fetiches” para señalizar las diversas zonas de pesca y sus normas. Luego, los hombres montaron postes y paneles para demarcar las mismas zonas, con descripciones específicas de las normas de pesca. Por último, todos los miembros de la comunidad que pudieron asistieron al gran evento o celebración, en el que las autoridades y los socios declararon formalmente la entrada en vigor de las normas de Kawawana. Hubo discursos, comida, música y regocijo general.
Finalmente, en marzo y junio de 2010, Kawawana obtuvo certificados de reconocimiento formal por parte del Consejo Regional y del gobernador de la región de Casamanza. ¡Este era el reconocimiento más completo y formal que podrían haber deseado!
Mientras buscaba el reconocimiento oficial, la comunidad también estaba buscando apoyo para implementar su plan de gestión. Cuando las normas fueron adoptadas formalmente, pudieron hacerse cumplir con facilidad gracias a un pequeño bote, un motor y equipamiento complementario que obtuvieron con la ayuda de una fundación local (FIBA, por sus siglas en francés). La vigilancia del respeto a las normas no siempre fue fácil y surgieron algunas situaciones de conflicto con pescadores que no eran locales, pero la Agencia de Pesca y el prefecto respaldaron al equipo de vigilancia y las capacidades diplomáticas locales hicieron el resto. Para fortalecer su papel, los pescadores voluntarios del equipo de vigilancia juntaron recursos para pagarse una capacitación del organismo de pesca gubernamental, tras la cual serían considerados agentes semiformales. Como la Fundación FIBA tenía objetivos de conservación, le pidió a la comunidad que además reuniera un equipo de monitoreo de la biodiversidad no pesquera, que fue organizado rápidamente.
Menos de tres años después del reconocimiento oficial del área de conservación comunitaria, todos los equipos de monitoreo mostraban resultados excelentes. Las pesqueras y la biodiversidad local presentaron mejoras impactantes (la diversidad de peces original reapareció; ¡las aves, los delfines y los cocodrilos aumentaron en cantidad y algunos pescadores dijeron que su pesca se había cuadruplicado!). Los indicadores de bienestar general también mejoraron; en particular, en lo que respecta a la migración (menos personas emigraron y algunas retornaron a las aldeas) y a la alimentación local (la gente estaba comiendo de nuevo el buen pescado que amaban, que casi había desaparecido de sus aguas). Los otros indicadores de Bourong Badiaké también estaban relativamente bien, pero no habían sido malos al comienzo y resultaron menos “sensibles” que los demás a cualquier tipo de cambio.
Durante los años siguientes, el principal órgano de gobierno de Kawawana siguió reuniéndose para tratar varios asuntos y continuó funcionando por su cuenta, sin ningún apoyo al proyecto. Hubo un intento de recaudar fondos para Kawawana a través de un pequeño negocio de alquiler de bicicletas, pero este resultó ser demasiado complejo y a los voluntarios locales les consumía mucho tiempo. De forma notable, los pescadores responsables de la vigilancia del área de conservación comunitaria han continuado haciendo su trabajo, año tras año, de manera voluntaria. Esta área incluso fue expandida, pero es evidente que gobernar y gestionar un área de conservación comunitaria meramente sobre la base de voluntariado demanda sacrificios importantes de parte de personas que no tienen ni tiempo ni recursos de sobra. Por ejemplo, el equipo de vigilancia de Kawawana se enfrenta actualmente a un problema porque el motor de su bote de vigilancia y una parte importante del equipamiento de monitoreo y vigilancia han sufrido daños en un accidente causado por el mal clima. La gente local está buscando recursos activamente para recuperar sus medios, pero nadie sabe por cuánto tiempo podrán continuar sus esfuerzos voluntarios.
Los pequeños fondos externos que reciben esporádicamente del Consorcio TICCA han sido para iniciativas puntuales, como un programa de radio en su idioma natal, que ha hecho que Kawawana sea reconocido y respetado localmente. Sin embargo, el reconocimiento no ha sido solamente local: Kawawana ha recibido dos premios internacionales por sus logros y ha inspirado a otras comunidades a convertirse en guardianas de sus propias áreas conservadas en Senegal.
Juntos, y con ayuda de otro subsidio del PPD del FMAM, los guardianes comunitarios de los territorios de vida en Senegal han desarrollado una red nacional. Al momento de esta publicación, en 2020, la red nacional está abogando para que las políticas nacionales apoyen formalmente a las áreas de conservación comunitaria y refuercen su seguridad. Sin embargo, el trabajo de defensa todavía no es sólido y se requiere de asesoramiento legal.
A lo largo del proceso de doce años ya descrito brevemente, la comunidad guardiana de Kawawana ha ido autofortaleciendo su territorio de vida. Si bien el comienzo fue muy intenso, lo que ha venido después ha sido más estable. La comunidad comenzó a fortalecerse al reflexionar sobre su situación; analizarla; documentarla; informarse; acordar un curso de acción; planear y comprometerse en conjunto; tejer relaciones con aliados y socios; realizar un trabajo diplomático cuidadoso; ser aceptados, reconocidos y apoyados y, por último, celebrar sus logros. Luego, continuó fortaleciéndose gracias al trabajo conjunto durante años, así como también por gobernar y gestionar su territorio, capacitarse en habilidades nuevas, comunicar sobre su territorio de vida, aprender y compartir esos aprendizajes con otras comunidades guardianas y buscar maneras de mejorar el contexto normativo general en Senegal. La ayuda y el apoyo externos en momentos cruciales han sido importantes, pero la mayor parte de las contribuciones y los esfuerzos han sido realizados a nivel local. En la actualidad, la comunidad guardiana de Kawawana no ha resuelto todos sus problemas y tiene sus altibajos, como todas las comunidades… ¡pero es mucho más fuerte que hace diez años y su territorio de vida está sano y vivo!